domingo

ENTREGA DE ANNA ROSE (2a.parte)

31 de enero 2017

Entrega de Anna Rose (2ª. Parte)
Laura:  En el camino papá nos envió información sobre el clima por el teléfono satélite.  Parece que vamos a tener algunas sorpresas pronto.  Vientos de 30-40 nudos para el resto de nuestras 800 Millas náuticas hasta Hobart.  Nos tomará un buen tiempo llegar allí.  Tenemos un ojo de buey rajado, cables del timón amañados y la lentitud de un navío pesado—no es lo que estaba esperando.  Así que empezamos a dirigirnos hacia la costa con la esperanza de coger vientos más suaves, pero también estamos conscientes de corrientes fuertes a lo largo de la costa australiana.  Un día antes que aparezcan los vientos australes, estamos navegando hacia el norte, con 25-30 nudos.  Decidí cambiar de ruta hacia el Puerto Kembla, el puerto más cercano.  Durnate la noche el viento cambia y no podemos seguir el curso, estamos rumbeando en las olas, avanzando poco y tratando de evitar a todos los grandes monstruos ( cargueros) que se dirigen hacia el Puerto Kembla o a diferentes lugares del mundo.  Sólo tenemos 80 millas náuticas pero a esta velocidad, nos tomaría por lo menos un día o dos más.

Mientras hago guardia nocturna me siento para pensar qué es lo mejor para hacer y suelto las velas y dirijo Anna Rose hacia el sur, a 7-8 nudos, me dirijo hacia la Bahía Jervis.  Aunque no es una entrada oficial,  se retiran los barcos si hay una buena razón, espero que no se enojen y nos dejen entrar.  Necesitamos un lugar de reposo para hacer frente a los fuertes vientos del sur.
Me comunico con las autoridades y ellos parecen entender la situación.  En eso me fijo en el mapa y encuentro una sección grande marcada como “área de práctica militar” justo en nuestro camino hacia la Bahía Jervis.  Ay, caramba, Significa que no podremos cruzar esa sección.  Tendríamos que desviarnos.  El suelo firme está tan cerca pero es difícil alcanzarlo.  Me contacto con el rescate marino de la Bahía Jervis y les pregunto si están entrenando, me dicen que sí, están disparando.   Para calibrar sus armas la marina dispara a objetos en la península noroeste de la bahía, y nosotros cruzaríamos justamente bajo los disparos.

Daniel:  Una persona amistosa del rescate de la marina nos ayuda y habla con los militares en práctica,  y deciden dejarnos pasar sin disparos.  Eso nos ayudó a cruzar la bahía cuatro horas más tarde, pero no en aguas más protegidas, como esperábamos.  Las olas son más bajas pero el viento arremete con furia por la bahía, tenemos que bajar más velas.  Una vez atracados, nos llega el olor de buena comida junto con el perfume de los eucaliptos.  Los de la aduana no pueden atendernos hasta el día siguiente debido al ventarrón.  La comida está tan cercana pero no podemos conseguirla.  La permanencia en la costa es bienvenida luego de diecisiete horas de navegación, hay tiempo para una buena comida y también para dormir ininterrumpidamente.  Parece que los vientos durarán una semana.  Qué fastidio.  Entramos a un café internet  y nos enteramos que el pronóstico del tiempo cambió desde ayer.  Parece posible cruzar el Mar Tasmania con algo rarísimo—poco viento. Nos contentamos con Laura por esto, de terminar lo que empezamos y esta pequeña parada de un día fue perfecto para recobrarnos y llenar nuestros suministros y comida.  Al día siguiente, a 25 millas náuticas al sur de la Bahía Jervis llenamos nuestros tanques en un puerto pesquero, en Ulludulla.
Navegamos los dos siguientes días cuando podemos o usamos los motores para empujarnos hacia el durmiente Mar Tasmania.  Hemos escuchado mucho acerca de su carácter impopular, y Laura incluso sabía del caso de una familia de navegantes que desapareció en ese mar al tratar de cruzarlo hace unos años.  Gracias a Dios tuvimos suerte. Los delfines aparecieron en grupos, así como los cargueros.  Dejamos la costa australiana.  El sol sigue pintando los cielos dos veces al día, y pronto olemos el eucalipto y la isla Tasmania se levanta del agua.  Qué tal vista!. Camino hacia la costa, vemos un montículo en colores rosado, rojo, violeta “Mundo de Maravillas”.  Alguien en Hobart me dice que ese montículo es uno de los lugares en la costa para observar el ocaso.

Echamos el ancla en la oscuridad—y lo que ignoramos es que Simón y Rosie (los dueños de Anna Rose) nos están observando desde tierra, donde pasaron la noche en su camper.  Fue mágico para ellos el vernos arribar, porque no tenían la certeza de si alcanzaríamos Hobart, y además vieron una estrella fugaz encima del velero.   El ancla resiste así como el anclaje en 40 nudos de vientos el cual será más fuerte al día siguiente.  Después de la segunda noche dejamos la bahía temprano en la mañana,  hay un pasaje con bancos de arena que tendremos que pasar idealmente con una marea alta,  y luego, el Canal Denison.  No fue tan difícil a pesar de la fuerte ventisca.  Felizmente que el motor de Anne Rose es resistente, de 120 caballos.

Llegamos unas horas más tarde a Hobbart y nos encontramos con Simon y Rosie por primera vez,  ellos felices de recibir su barco.  En el Club de Yates Laura habla de negocios con el contralmirante sobre la presentación de esa noche.  Me alegro de no tener que estirar mi cerebro más por ese día.  Mi chica puede hacer su labor muy bien si es necesario.  A veces pienso cuán erróneas pueden ser las apariencias.  Ella luce tan frágil y pequeña—pero sin embargo, hay una serio caballo de fuerza en ese corazón joven.  Uno no le podría llamar Guppy (pescadito muy pequeño) en verdad.
Deseamos partir lo más pronto posible, así que nos quedamos sólo un día para recorrer el hermoso Hobart con sus jardines olorosos llenos de árboles y flores que le confieren un aspecto mediterráneo.  Una bella manera de terminar esta aventura. 
Laura y Daniel
p.s. Amigos les ruego hacer klik en los anuncios.  Gracias mil.