15 de mayo 2012
El sábado por la tarde dejamos la ciudad de Panamá en
dirección a los Galápagos. Hasta ahora
hemos avanzado muy lentamente, pero el viaje ha sido interesante. Un mochilero, Shaul, que conocimos en la
Bahía Shelter decidió a último momento acompañarnos a los Galápagos; se ha
mareado y algunas veces se puso, muy mal.
Sobre todo la primera noche, la pasó vomitando, mientras caían los
truenos, relámpagos y la lluvia como si fuera el último día en la tierra.
Dejo que Bruno y Shaul se hagan cargo de la guardia, pero
ellos se asustan tanto por algo que pudiera ocurrir, que me despiertan cuando
sucede algún cambio, lo que es, por supuesto, todo el tiempo. Sin embargo atienden bien mis indicaciones. Y sigo disfrutando viajar con tripulación.
Después de un día lluvioso y sin viento, al anochecer el
motor dejó de funcionar de improviso; y Guppy se quedó calmadamente
quieto. Cuando me agaché para mirar bajo
el bote, mis temores se hicieron realidad:
un pedazo tremendo de vela se había atracado alrededor de la hélice y de
la caña del timón. Traté de quitarlo, pero no se aflojaba sin tener que saltar
al agua. Y para eso teníamos que esperar a que llegue la madrugada. Cuando aclaró el día, Shaul saltó al agua
pero estaba muy asustado para hacer algo; así que salté al agua con un
cuchillo, y empecé a cortar la vela,
mientras que mis dos tripulantes tomaban la guardia. Después de casi una hora, logré sacar la
mayor parte de la vela de la hélices y de la caña del timón; y Guppy empezó a
moverse de nuevo. Bueno, ahora estoy muy
cansada y adolorida, después que me caí de espaldas en la cabina. Sólo unos cuantos arañazos, moretones y
cortaduras, pero me va bien…
Laura
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