26 de noviembre 2012
Vivir en Guppy en el muelle del Museo
Marítimo ha sido fantástico. Puede ser
un poco agitado con los ferries que pasan y con el bullicio de los bares que
nos rodean durante los fines de semana; pero la mayor parte del tiempo es agradable. Vivir en una gran ciudad y no tener planes
para hacer un viaje grande en velero, me parece raro. He empezado a extrañar las islas en el
Pacífico donde uno vive de las cosas simples de la isla y uno piensa en las
cosas sencillas y agradables de la vida.
De regreso a la sociedad, uno no puede sobrevivir sin dejarse llevar por
la corriente.
Estoy realmente ocupada estableciéndome, haciendo
arreglos y me está empezando a gustar tener un lugar como éste, y que sea mi
hogar.
Con el verano que se avecina, me puedo
escapar de vez en cuando de Auckland. En
medio de los compromisos que debo atender, navego bastante. He estado navegando en Akatea un par de veces
más, y navegué alrededor de la Isla Waiheke con un amigo en un bote bien lento
de 8 metros. Unos días más tarde,
navegué en otro bote abierto de 40 m, que definitivamente era mucho más veloz, y
me divertí bastante. Una familia
americana vive en el bote, con dos niños y el tercero en camino.
La niña de cuatro años ha navegado toda su
vida con sus padres aventureros, como yo cuando era chica. Ellos están aquí hasta que llegue el bebé, y
luego proseguirán su viaje alrededor del
mundo. Me encantó conversar y navegar
con ellos. Sigo pensando que es una gran
manera de vivir la vida. Ayer fuimos a
competir en Waitangi en un antiguo yate clásico que también está aparcado en el
Museo Marítimo. Yo lo guié durante toda
la competencia, fue increíble.
Mientras tanto, Guppy difrutó de tener un
descanso,mientras yo hice algo de mantenimiento: reparar la cubierta para el sol, engrasar los tornos, y otras muchas cosas pequeñas para tenerlo en buena condición.
Laura
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