Ayer junto con otros amigos navegantes que conozco hace un tiempo fuimos en bicicleta al Parque Nacional Fuerte Lorenzo, unos diez kilómetros colina arriba y otros diez colina abajo en bicicletas plegables. El fuerte y sobre todo el panorama eran espectaculares, con vista al mar y al río Chagres que discurre tierra adentro. Se nos hizo tarde y poco antes del ocaso emprendimos el regreso, rodeados por los sonidos de monos y de otros animales que cobran vida hacia al anochecer. Cuando estaba pedaleando en la bicicleta, admirando a un par de monos que se balanceaban en las ramas altas de un árbol, casi piso una culebra. Miré a tiempo hacia abajo y paré gritando a 50 cm del reptil. Seguro que él estaba tan asustado como yo porque se incorporó siseando y se desplazó hasta donde había pasto, echándose; le tomamos un par de fotos. Mientras tanto empezó a oscurecer mucho y antes que la negrura de la noche se abalanzara sobre nosotros, llegamos al embarcadero. Hoy día fui a Colón con el bus para hacer algunas compras; claro que con unos cuantos amigos, porque Colón no es la ciudad más segura para caminar sola. Las casas están deshechas y todos parecen apurados y casi se tumban unos a otros. Un lugar poco organizado. Felizmente no estaba sola y Guppy no está anclado en Colón.
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