19 de octubre 2011
¡Por fin, un día soleado! Eso es bueno para las baterías y para mí. También las olas y el viento. De verdad, buenas condiciones para navegar. Con Guppy disfrutamos mientras dure, y seguimos avanzando. Tenemos muchas millas recorridas, pero también nos faltan otro tanto. Hoy he horneado un pan y me ha salido extraordinariamente bien. Un bocadillo delicioso, un verdadero regalo en medio del mar. He abierto parcialmente la puerta de la cabina, ya que no llueve y las olas se mantienen calmadas. Es placentero airear el bote y tener rayos solares en la cabina.
Laura
18 de octubre 2011
Otra vez un día lluvioso en Guppylandia, pero tenemos un delicioso viento por lo que puedo navegar a gusto. Anoche el viento muy entusiasta vino con una velocidad de 35 nudos y muchísima lluvia. En lucha contra el viento he perdido un balde de deliciosa agua fresca. No sólo el viento sufre de exceso de entusiasmo, sino también una que otra ola se sale de su ritmo. Estaba en la cocina acabando de cocinar, cuando una ola decidió pasar sobre Guppy en vez de deslizarse por debajo. La solapa de plástico del ingreso a la cabina, diseñado para contener los salpicones del mar, no puede contener las masas de agua. Así que me cayó la mitad de la ola y me dejó atontada el resto del día. La mitad del día ha transcurrido sin que lo haya notado. Estuve leyendo un libro y me olvidé de comer y de señalar la posición. Ah, bueno, perder un día de vez en cuando, no hace daño…
Laura
17 de octubre 2011
¿Cómo es posible estar tres semanas en el mar y no tener viento dos días seguidos? La situación no ha mejorado realmente. Hay poquísimo viento y todo el día no deja de lloviznar. Hoy peor que ayer. El horizonte no se extiende a más de de 500 metros y una niebla lluviosa, fantasmagórica, nos rodea a Guppy y a mi. Suficiente como para humedecer todo pero muy escasa para aprovisionarnos de agua. Como sea, Guppy sigue avanzando, sin velas, y dentro del bote es acogedor porque afuera el clima es deplorable.
He encontrado un nuevo pasatiempo: tocar la flauta. Ya la tenía a bordo hace un tiempo, junto con otros cachivaches inútiles. No podía tocarla porque tenía más interés en mi guitarra. Pero he descubierto que en un bote bamboleante es más fácil tocar la flauta que la guitarra. Y mientras tanto, ya empiezo a dominarla.
Laura
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