14 de noviembre 2011
Ya hemos arribado con Guppy en Durban (Sudáfrica) después de 47 días de cruzar el Océano Indico. Anoche el tráfico de barcos era cada vez más intenso. El viento del sur de 25 nudos aún continuaba, y cuando llegué a la Corriente Agulhas, en la parte norte, las olas eran más altas, pero felizmente el viento amainó.
A medianoche pude captar las primeras estaciones de radio de Sudáfrica, y vi pequeñas luces, que fueron veladas por una niebla espesa, y se presentaron chubascos, uno tras otro, acompañados de una llovizna fina. El radar señalaba los barcos, pero yo no los veía. A diez millas de distancia aún no veía Durban, a cinco millas, tampoco; y a tres millas.. Sí, veo algo. Suspiro, río y bailo de alegría. Pero aún no lo podía creer. He estado demasiado tiempo en el mar. Normalmente doy un buen salto en el aire, al llegar y permanezco contenta dos días. Estaba contenta, pero nada más, porque la calma y la unidad con la naturaleza pronto se romperán.
Los rascacielos empezaron a aparecer uno por uno por entre la neblina, mientras se desvelaba un gran puerto industrial. Una milla más hasta los rompeolas. Llamo al control del puerto. Me dicen que pronto pasará un barco, y yo espero hasta que el gigante marino pase, luego navego hasta el puerto deportivo. Debo concentrarme lo más posible para no caminar en el agua. ¡La tierra se mueve! ¡Todo se mueve!
Bajo al embarcadero, pero subo nuevamente a mi barco, a mi ambiente conocido. Después de un rato, lo intento de nuevo, cogiéndome de la baranda, como si caminara por primera vez. Increíble, cómo estoy fuera de balance. Después de haber repetido la operación tres veces, me acerqué para hacer las formalidades aduaneras. Los papeleos marcharon bien, sólo que el aduanero a cargo casi se desmaya cuando le dije que había hecho un solitario desde Darwin. No me creyó y tuve que enseñarle mi website hasta que selló los formularios.
Después de eso, ha transcurrido toda una vida. La primera ducha caliente, he comido una hamburguesa caliente y he dormido a pierna suelta. Ya quité la sal a Guppy y he puesto orden en el barco, ahora empiezo a acostumbrarme lentamente a la vida en tierra. Aunque, en este momento preferiría estar navegando en el mar. ¡Qué tal agitación, cuánta gente y qué bullicio! Debo acostumbrarme. En el puerto corre un viento de 35 nudos desde el sur. Ahora tendré más de cien cosas que contar. Al contrario del mar, aquí ocurre tanto que no puedo registrar todo. En el mar los puntos más altos eran: comer, dormir, una ola alta, una nube rara o un barco. Aquí es otra cosa, y dormir es algo secundario. ¿Una ola rara? ¡Chica, dedícate a vivir! ¿Quién se alegra por una nube rara? No, aquí la gente corre de aquí para allá.. pero felizmente, tengo siempre a Guppy donde me puedo refugiar para no volverme completamente loca. ¿O ya lo estoy? ja, ja…
10 de noviembre 2011
Casi llego.. sólo un poco más. Cada hora dura más tiempo. De las casi 6,000 millas que tenía que recorrer desde Darwin, me quedan sólo 100. Pero el viento me seguirá molestando toda la noche, dándose vueltas, con una velocidad que varía de cero a 25 kn. La tierra está cerca. Me doy cuenta lentamente que mañana aparecerá ante mis ojos Sudáfrica, y empiezo también a añorar dormir una noche entera sin despertar, en una cama que no esté rodando y esté húmeda, donde haya una ducha caliente, carne fresca y pescado. Realmente nunca como pescado, pero después de siete semanas de falta de comida fresca, comeré todo lo que no sea spaghetti, arroz o frijoles en lata. Por otro lado, si hubiera durado un par de semanas más, tampoco hubiera importado. En el mar, no importa adónde vas y a qué velocidad, pero ahora miro constantemente la ruta y la velocidad. Las cifras vuelan por mi cabeza sobre el momento de arribar, el tráfico marítimo es más denso cada minuto y en el mapa aparecen más señales, líneas y cifras. El viento no cumple con los pronósticos, por lo que avanzo más lentamente de lo pensado y eso me irrita tremendamente.
9 de noviembre 2011
Anoche el viento nos zarandeó en gran forma. Ahora lleva una fuerza de 25 nudos, lo que no es mucho, pero las olas son irritantes. Dormí poco y amanecí poco contenta. Estaba pensando si me agrada o no acercarme a tierra. Decidí dejar de lado ese pensamiento y salí afuera de la cabina a tomar aire fresco. ¡Qué delicioso!… whaaamm.. argg! xofjh .. ola de m… ¡ Después de una sarta de insultos hacia el mar, las olas, el viento y todo lo que en ese momento odiaba, me sentí de nuevo en la cúspide del mundo. Quedarse rabiando no mejora la situación. Guppy avanza como flecha y con esa velocidad me acerco a la costa.
Laura
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